Un pacto es un tratado, convenio o acuerdo que rige entre dos partes. La palabra “pacto” viene de la palabra hebrea “berith” y de la griega “diatheke”, pero en ocasiones es traducido como “alianza” o “testamento”.
En las Escrituras hay dos clases de pactos. Uno de ellos es el pacto del hombre con su igual, o de nación con nación, en la que los términos del pacto o alianza, eran mutuamente considerados y consentidos o bien impuestos. Se ratificaba, a continuación, mediante un juramento o por una prenda ante testigos. Es a este tipo de pacto al que alude Gálatas 3:15. Un pacto entre hombres, si está confirmado, no puede ser posteriormente manipulado mediante adiciones, ni abrogado. Véanse Génesis 23:16: 31:46: Josué 9:14-15; 2 Crónicas 13:5. El otro tipo de pacto es el que Dios establece con los seres humanos, sea en forma individual o colectiva. Estos pactos “eran acondicionados bajo el ajuste ciertas leyes puestas por Dios, de lo cual dependía la bendición y la prosperidad” (Dt. 14:13, 23; Éx. 31:16; Dt. 27; 18). (Diccionario Bíblico).
Los pactos más importantes de Dios con el hombre son los siguientes:
a) El Pacto Edénico (Gn. 1:28). Es el primero de los siete grandes pactos bíblicos que determinan la vida del hombre y su salvación, y en los cuales toda la Escritura se concreta. (Los elementos de este pacto serán tratados cuando estudiemos la Dispensación de la Inocencia).
b) El Pacto Adámico (Gn. 3:15).
c) El Pacto con Noé (Noémico) (Gn. 9:1).
d) El Pacto Palestino (Dt. 30:3).
e) El Pacto Davídico (2 S.7:16).
f) El Nuevo Pacto. (He. 8:8 cp. Mt. 26:18).
No hay comentarios:
Publicar un comentario