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sábado, 23 de julio de 2011

Edad o Dispensación Patriarcal.


1. ¿Qué entendemos por Edad o Dispensación Patriarcal?

Es el tiempo comprendido entre el llamamiento de Abraham hasta la revelación de la Ley en Sinaí. En ese tiempo, Dios trata de una forma especial con Abraham, haciéndolo participante de promesas especiales, tanto personales como universales, ratificadas posteriormente a sus hijos Isaac y Jacob. Es un paso más dentro del plan redentor de Dios y la revelación de Su voluntad al hombre.

2. ¿Cuáles son las características generales de esta dispensación?

a) Elección de un hombre del cual sacaría una nación que produciría la persona que cumpliría la promesa de Génesis 3:15, o sea, Jesucristo.

 b) Una promesa múltiple como base de un pacto incondicional.

 c) Continuidad de la descendencia mesiánica o de “la simiente de la mujer” a través de Abraham, Isaac y Jacob.

3. ¿Cuáles son las bases del pacto con Abraham (Pacto Abrahámico) que regiría durante esta nueva dispensación? (Gn. 12:1-3; 13:14-17; 15:1-7: 17:1-8).

a) Una promesa de carácter personal.

Dios haría de él una nación grande (12:2), una descendencia numerosa como el polvo  de la tierra y las estrellas del cielo (13:16 y 15:5); también sacaría de él otras naciones y reyes fuera de la misma simiente prometida (17:6); la bendición de Dios descansaría sobre él personalmente (12:2); y Dios, a quien pertenece toda la tierra, le prometió la tierra de Palestina con un fallo divino perpetuo a favor de él (13:14-15, 17; 15:7; 17:7-8). La promesa de 12:3, aunque ha sido cumplida notablemente en la descendencia, son también personales y de importancia suma.

b. Promesa de carácter nacional (Para su descendencia).

1º. La nación sería grande (12:2), innumerable (3:16: 15:5).

2º. Dios prometió dar la tierra de Palestina por pacto perpetuo y heredad perpetua a su descendencia (15:18-21; 17:7-8). Esto requiere que los descendientes de Abraham, por Isaac y Jacob, han de continuar  su existencia como pueblo identificable si es que la tierra prometida ha de ser su heredad permanente.

3º. Dios le promete ser el Dios de ellos (17:7-8). Esto ha de entenderse que la palabra “simiente”, en estos pasajes hace referencia a los hijos de Abraham por generación física a través de Isaac y Jacob. (Gn. 17:18-19; 21, etc.).

c. Promesa de carácter universal (a todas las familias de la tierra). Sobre las bases del buen trato a los judíos, Dios bendeciría a aquellos que bendijeren a la nación judía; pero maldición caería sobre aquellos que no les hicieren el bien. Los gentiles que creen en Jesucristo son de él mediante el  “nuevo nacimiento”, y por ser hijos así de él, son simiente de Abraham por medio de Jesucristo, quien lo es genéticamente. Es de este modo solamente que lo gentiles podemos llegar a ser simiente de Abraham y participantes de las bendiciones que, en el Pacto, son prometidas a todas las familias de la tierra. No creemos que los gentiles creyentes tomen el lugar de la simiente natural de Abraham, los judíos; privándoles así de toda esperanza de ver las promesas del Pacto abrahámico cumplidas literalmente.

Recordemos que la elección de Abraham, su pacto ratificado con Isaac y Jacob, y la concesión de la  tierra prometida, fue un acto de su soberana voluntad y amor. Dios Los disciplinaba severamente cuando Su bondad no bastaba para conducirlos al arrepentimiento (Dt. 7:6-11; Is. 51:2;  43:1-4; Rm. 9:11-29). A través de múltiples experiencias, poseerían la Palestina, hasta que una virgen descendiente de David estuviera preparada para que Dios pudiera obrar Su voluntad en ella. “Venido el cumplimiento del tiempo”, ella dio a luz al Salvador que es Cristo el Señor. Pero hubo necesidad de varias experiencias y enseñanzas antes que Israel y el mundo estuvieran preparados para el advenimiento del Hijo de Dios, quien es el Hijo del Hombre también.

4. Para resaltar:

 a. Personajes importantes. Abraham, Isaac, Jacob e Ismael.

Abraham. Hijo de Taré y descendiente directo de Sem, a quien Dios eligió en Su gracia y soberanía para ser el depositario de promesas gloriosas que habrían de afectar, no solo a su generación sino al mundo entero a través de todas las generaciones. Fue llamado “el Padre de la Fe” por su confianza implícita en todas las promesas de Dios. La fe fue el factor directivo de su vida (Gá. 3:6; Sgo. 2:23; He. 11:8; Ro. 4).

Isaac y Jacob. Fueron herederos de la misma promesa que su Padre, pero de los dos, fue Jacob quien jugó el papel más importante dentro de los planes de Dios. De Lea y Raquel, sus mujeres, y de sus concubinas Bilha y Zilpa, tuvo doce hijos y una hija. De sus hijos salieron las doce tribus de Israel. Este fue el comienzo de la nación Israelita, nación que jugaría un papel de suprema importancia en los planes redentores de Dios. Fue de este pueblo del cual vino Jesucristo, el Salvador del mundo, en cumplimiento de las promesas hechas a nuestros primeros padres: a Abraham, Isaac, y Jacob y posteriormente a David.

Ismael. Hijo de Abraham y Agar, la criada de Sara, quien se adelantó a los planes de Dios (Gn. 16). Fue expulsado de la tienda de Abraham, junto con su madre, por presiones de Sara, quien se veía despreciada por ella. Para Ismael hubo una bendición especial de parte de Dios (Gn. 17:20; 25:12-16), pero el heredero de la promesa fue Isaac.

b. Señal del Pacto.

Como sello de sangre del Pacto entre Dios y Abraham, con su descendencia, Dios le dijo a Abraham que circuncidara “la carne del prepucio de todo varón” (Gén.17:6-14). Al circuncidar a su hijo, todo judío reconocía el pacto hecho con Abraham, y la parte que ellos tenían dentro del Pacto. Este acto le hacía miembro de la nación escogida. Cumplían así el mandamiento dado a Abraham para ser observado por todas sus generaciones.

c. Juicio.

Como toda dispensación, esta también terminó con juicio. En este caso, sobre Egipto, dando paso así a una nueva etapa más avanzada en la revelación del plan redentor de Dios al hombre: La época de la Ley.   

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